miércoles, 1 de marzo de 2017

LA RETIRADA DEL PAÑAL EN MIS GEMELOS



LA RETIRADA DEL PAÑAL EN MIS GEMELOS

Si hay algo a lo cual tenía auténtico pánico en cuanto a la crianza de mis hijos, era a la retirada del pañal. Me parecía complicadísimo quitar aquello con lo que habían estado desde el momento en que nacieron. Además, yo no veía ningún indicio que me hiciera pensar que estaban ya preparados para ir al baño. Pero llegó el momento en que tenían que ir al colegio y lo primero que te dicen allí es que tienen que "aprender" a controlar esfínteres. Así pues en el mes de junio comencé con la temida "Operación Pañal".

La verdad es que con Alejandro todo marchó fenomenal. Al principio, lógicamente, le daba miedo el orinal, pero luego, cada vez que yo iba al baño, lo llevaba conmigo, y poco a poco fue cogiendo confianza. Y es que en esta casa todo lo hacemos en familia, hasta ir al servicio.

Pronto comenzó a "querer ser mayor" y me pedía el pipí sin problemas.

Pero no todo iba a ser tan sencillo, y es que Roberto me costó 4 meses, casi 5 para dejar el pañal.

Comenzamos siguiendo las mismas reglas que tantas veces habíamos leído en internet y en diferentes revistas. Pero pasaba más tiempo lavando que otra cosa, por no hablar de los gritos que el niño daba cada vez que iba al baño. Gritaba como un loco diciendo que le daba miedo y su cuerpo se ponía completamente tieso sin dejar que le sentásemos en el orinal. La profesora me decía que no diese marcha atrás ya que si no sería comenzar de nuevo y se haría más difícil.



Pero yo no pude aguantar. Me daba cuenta de que él aun no estaba preparado y que cada vez que tenía que ir al baño sufría. Así que mi decisión fue llevarle al colegio sin pañal y cuando salía ponérselo. Y así lo hice hasta que noté las primeras señales. Se tiraba del pañal queriendo quitárselo, poco a poco empezó a pedir el pipí y entonces pasamos a los calzoncillos.

Hasta hoy todo funciona de maravilla. No negaré que hay ocasiones en que Roberto, sobre todo si se coge una de sus típicas rabietas, se hace pipí encima. En ningún momento le regaño ni me enfado con él, simplemente le cambio.

Eso sí, siempre trato de animarles diciendo lo bien que lo están haciendo y lo mayores que son ya. Pero nada de premios.

En realidad creo que la clave se encuentra en escucharles, fijarnos en las señales que ellos mismos nos envían y sólo cuando estén preparados, retirarles el pañal, ya que si no es una auténtica pesadilla, tanto para ellos como para nosotros.

Y es que el control de esfínteres no es algo que se aprenda, sino que es un proceso madurativo.

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